jueves, 3 de abril de 2008

Solitario desde Martín García

(por Lucas Sosa)

El motivo de este regreso en solitario surgió por un pequeño problema grupal que tuve en el Encuentro de Kayakistas que se desarrollo en la Isla Martin Garcia en el mes de marzo. No viene al caso contárselos por que la verdad que se aburrirían demasiado. El tema es que por este inconveniente regrese en un bote doble y mi querido kayak tuvo que quedar en la isla.
El viaje comenzó el sábado 29 a las ocho de la mañana en la Estación Fluvial Internacional de Cacciola, donde junto a los turistas espere media horita para embarcarme en el catamarán Fragata Hércules. Ese catamarán que tantas veces había visto amarrado en la isla ahora me llevaría hacia ella. Dentro de la embarcación el ambiente era muy agradable, la gente ingresaba y se acomodaba a donde mas le gustaba, sacaban fotografías y tomaban mate. El exquisito aroma a café inundaba el amplio salón dando un toque especial a la cálida mañana otoñal. A las nueve en punto se sueltan las amarras y la gente muy contenta se puso a aplaudir.
El catamarán comenzo a surcar las aguas del Lujan y la guía turística relato sobre la historia del tigre y el delta. Entramos al canal Vinculación, en ese momento estoy adentro, compartiendo la mesa con un grupo de navegantes a vela. Al lado nuestro sobre otra mesa una computadora me dejaba observar hermosas fotos de la reserva natural de Martin García. Hablo con un biólogo y le pregunto sobre las fotografías, me cuenta que pertenecen a la futura pagina web de la reserva.
Instantes antes de llegar al Paraná de las Palmas subo a cubierta para disfrutar de todo su esplendor, la vista desde arriba me mostro un paisaje majestuoso. Me quedo un rato arriba donde el viento soplaba libremente y el tibio sol me relajaba el rostro. Vuelvo a ingresar al salón donde me senté cómodamente y dormí casi una hora. La voz de la guía que sonó por el parlante informando que estábamos muy prontos a llegar me despertó de mi corta siesta. Cuarenta minutos después exactamente al mediodía amarrábamos en la Isla Martin García.
Mi estadía en la isla fue muy corta, baje del barco y me dirigí hacia la PNA para hacer el acta de salida correspondiente, dejando asentado el derrotero a utilizar para regresar a Tigre. Luego del tramiteo fui hasta el Comedor Solís donde estaban José y Marita los cuales recibieron muy cordialmente. Un ratito después de almorzar me paso a buscar el tractor, cargamos el kayak y lo llevamos hasta la orilla del rio donde tranquilamente lo estibe. Estaba ansioso pues esta seria mi primera remada en solitario regresando a Tigre desde un lugar lejano como lo es la isla Martin García. A las dos y media de la tarde y con vientos regulares del este me largue a cruzar el Canal Buenos Aires. Al momento de comenzar a remar me sentí como en total libertad y atravesar el canal con oleaje me dio una desbordante felicidad.
Solo éramos el rio, el viento y yo. Al ver buen nivel de agua decidi bajar por la parte sur de la extensa Isla Oyarbide ahorrándome así la remontada hasta el Canal Lancha Petrel. Continué remando bajando entre los numerosos juncales que allí existen. El viento lo tenia bien de jeta y la proa del franki no paraba de pinchar las espumosas olas. Para sortear un poco la corriente en contra me arrime al juncal remando pegado a la orilla. Al escuchar mi sigiloso paso una bandada de aves comenzó a emitir sonidos de alerta y todas se echaron a volar. Para ellas era como un intruso que invadía su vigilado territorio.


Cuando termine de pasar los últimos islotes empiezo a divisar la ciudad de Bueno Aires y sus altos edificios, vire a estribor y puse rumbo a Punta Moran. El derrotero que había planeado era ingresar a los Bajos del Temor, tomar el Canal del Sueco hasta cruzar el Paraná de las Palmas, pero cambie totalmente de planes y decidí remar por afuera bordeando la isla Zarate. Todavía con rumbo a Punta Moran la remada se me hizo muy entretenida ya que me dedique a jugar y surfear las olas. Así llegue hasta los palos que indican el camino al Paraná y continúe remando siguiendo su ruta.
Nuevamente vuelvo a virar y apunte hacia la ciudad, la cual se agrandaba a medida que avanzaba. Las olas pegaban de través pero en ningún momento me dificultaron la navegación. El cielo se encontraba parcialmente nublado y el sol se asomaba tímidamente. Creo que mi mente solo se dedico a disfrutar del entorno que me rodeaba.
A las 18:30 llegue a la Isla Zarate donde decidí bajar por unos instantes. Al parar de remar comencé a sentir un poco de frio debido a que el sol había bajado y el viento no paraba de soplar. Estire las piernas, me abrigue, hable por teléfono y comí un alfajor.
Saque de la bolsa estanca los destelladores pues en una hora me quedaría sin luz y todavía me encontraba a diez kms de la costa de San Isidro. Entrar al rio estuvo complicado ya que las olas no paraban de romper. Una de ellas dio de lleno en el cockpit y lo inundo bastante, lo vacié, me acomode de otra manera y logre volver a remar.
Lentamente empezó a atardecer, el horizonte era una mezcla de colores celestes y grisáceos y el sol escondido entre las nubes tiño las aguas de color plata. Fue entrando la noche y de a poquito comenzó a encenderse la ciudad, miles y miles de luces que dieron vida a la querida Buenos Aires. A mi espaldas reinaban las penumbras. Fue un momento mágico que jamás voy a olvidar. A las ocho y cuarto entre al rio Lujan donde por fin logre refugiarme del viento.
Estaba muy cansado y con sueño pero me faltaban pocos kms para terminar de remar. Junte mis ultimas fuerzas, remonte lentamente el Lujan y el rio Sarmiento y las nueve y media de la noche arribe al recreo Parque Lyfe. Estaba emocionado y contento por haber realizado esta larga remada en solitario, donde me sentí muy seguro de mi mismo y de donde disfrute al máximo de la grandeza del Rio de la Plata y de mi absoluta soledad.

Fin